En la sociedad capitalista en la que vivimos se tiene mucho en cuenta cuáles son las marcas líderes del mercado. Ellas son las que ocupan las principales plazas en los parqués de las diferentes Bolsas. También las que más miradas atraen por cualquier tipo de operación empresarial. Además, las grandes firmas tienen un gran poder de influencia sobre la sociedad, por lo que no es de extrañar que gran parte de las inversiones de éstas estén enfocadas hacia el marketing. Sin embargo, detrás de las marcas (independientemente del sector al que pertenezcan) suele haber una historia oscura que haría cambiar a más de uno la opinión que de ellas tiene.
Aunque mucho se ha escrito sobre el tema, en el 2000 salió a la luz un libro en concreto en el que se criticaban las políticas de empresas multinacionales como Coca Cola, Nike o Microsoft (por nombrar las más relevantes). No logo. El poder de las marcas, escrito por la periodista y activista Noemi Klein, pone de manifiesto el cambio de orientación que han experimentado las grandes marcas para aprovecharse de la falta de protección laboral que tienen los trabajadores en países subdesarrollados. Así, además de controlar a la población que vive en países desarrollados (es decir, donde la demanda funciona bien), también lo hace con la población de los países menos desarrollados.
La explotación en las fábricas donde se elaboran los productos que luego consumimos en Occidente es motivo de alarma para muchas ONGs, que denuncian constantemente la situación de esclavitud en la que se encuentran muchos operarios. La propia Noemi Klein describe en su obra la situación en la que trabajan en las fábricas de Indonesia para marcas como Nike, The Gap y Liz Claiborne. No hace mucho el diario ABC dedicaba un artículo a cómo se fabricaban los iPhone en diversos talleres ubicados en China, donde se han producido, al menos, cuatro suicidios por culpa de la sobreexplotación que sufren los trabajadores.
Esta noticia ha reavivado las polémicas que vivieron otras empresas multinacionales como Nike o Adidas. Y es que en el mundo de las marcas, donde se vive de una imagen, preservar la limpieza de esta es básica para llevar a buen puerto los negocios. Aunque en muchas ocasiones, cuando la imagen de marca está consolidada entre los consumidores, a los empresarios les da exactamente igual las polémicas que giren en torno a su producto. La explotación laboral no resta dividendos, tampoco hace bajar en el parqué: da beneficios.
(Esta foto muestra como se recoge el cacao para hacer el chocolate)
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